Adiós, querida Meri Sánchez.



Bonita eres y serás siempre tú, querida Meri.

Aceptaste rápidamente mi nuevo proyecto con un halo de energía positiva que tanto tiempo llevaba sin sentir, más aún cuando supiste que Maricel Lasetz también estaba ahí... 

Lo primero fue un explosivo: ¡Fran, léelo gritando de alegría!
Tras eso, se sucedieron:
“Me encanta”, “Qué bonito”, “Obvio, acepto”, “No sabes lo feliz que me hace esto”...
Esas fueron tus primeras palabras, que tan felices me hicieron también a mí.
Al menos me quedo con ese enorme suspiro, de saber que fuiste feliz participando en lo que está por llegar. 

Apenas dudaste en darme tu teléfono tal como está el patio, y eso también me emocionó y llenó el corazón. 

“Que sea con éxito y tocando almas, a eso hemos venido”... no dejabas de emitir luz por todas partes. 

Con Cabogatamemata ocurrió más tarde igual. 
Lo primero que ventilaste fue un “Qué hermosa idea”; todo siempre con tanto entusiasmo y alegría... vida... 
Ni siquiera querías que te enviásemos una camiseta tan lejos por los gastos y quisiste esperar a venir a actuar a España...

La prensa de Argentina dice que has sido siempre sumamente amistosa en lo personal; no es de extrañar. 

Nos dejas “tu voz”; esa voz celestial que jamás va a dejar de brillar. 
Sea cual sea la causa de tu partida, espero que hayas podido disfrutar del buen lado de esta vida, que es inmenso. 

Algo me dice que así ha sido, pues sonrisa nunca te ha faltado; una sonrisa tan mítica y genuina. 

Me animabas, cada vez, a sacar lo mejor de mí; a escuchar “mi voz”; a no tener prisas; a llevar lo mejor de mí a las librerías...

Ahora, de alguna forma, también invito yo a escuchar “tu voz”... 

Descansa en paz, guapísima. 

Te queremos mucho.

Ojalá y le hagan llegar este texto a tus seres más queridos, al igual que lo que está por venir... 

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