Fantástica Realidad

Fantástica Realidad

(Relato publicado en el año 2013).

Ciertamente, llevaba mucho tiempo, quizá más de dos años, queriendo escribir estas breves líneas basadas en hechos reales, e incluso, "personales". 
Con esta síntesis no quiero demostrar ningún tipo de característica o calificativo para que se me tilde de "benefactor" o, al contrario, de mero hipócrita.

Como escribí hace unos años vía Twitter, el humano es el único ser que tiene la capacidad de convertirse en un auténtico y complejo idiota: los prejuicios.

Así que, ante todo, espero que les llegue, aunque sea un poco, este mensaje cifrado en lo más profundo de un simple y llano diálogo que tuve la ocasión de experimentar y "sentir" en pleno Paseo de Almería

Sé que existen casos, y quizá no tan pocos, de meros zainos fantasmas sociales, que se hacen pasar por dolidas y famélicas personas a la intemperie pero, por una vez, les insto a que lean este relato sin juzgar antes.

NOTA - Puedes acceder al relato en audio (María Cazorla - Alhamilla Radio Mar): 




- Vagabundo: Por favor, señor, ¿tiene  algo para comer... o alguna moneda para poder comer algo?

- Yo: Espere, caballero, creo que sí... Tome...

- Vagabundo: ¡Señor, espere! ¡Disculpe!... No quiero su dinero... no quiero aceptarlo.

- Yo (atónito): ¿Cómo?

- Vagabundo: ¿Sabe que es usted la primera persona en meses, o quizá años, que me ha dicho algo parecido a "caballero", mirándome a los ojos con naturaleza (naturalidad)?

- Yo (unos segundos después de meditar): Pues sí... se lo reconozco, pero no lo entiendo. ¿Sabe?...  Cada día entiendo menos a esta sociedad, pero tenga el consuelo de que no todo el mundo es así aunque le parezca, eso se lo garantizo.

- Vagabundo: Lo siento, no se ofenda... no quiero su dinero, ya pediré a otra persona. Usted váyase muy contento por esto.

- Yo: Ese dinero se lo he dado de corazón y, si no lo quiere, le pienso comprar algo en una tienda o quiosco.

El vagabundo siguió pidiendo limosna, mientras yo me dirigí al antiguo Simago; quizá pensando que no volvería a aparecer por su lado; quizá entrañando la mísera y remota posibilidad de que un "joven", como yo, volviese con aquel fugaz detalle y regalo, que le serviría para llenarse el estómago por unas cuantas horas, como mucho; quizá, dadas sus luctuosas condiciones y vivencias, ni siquiera se parara a pensar absolutamente en... "nada", vocablo que bien nos transmite vacío, inexistencia, nulidad, carencia... ausencia.

Pero volví; volví a los dos minutos con un bocadillo y un batido de chocolate. Se lo entregué sin más, con un "tome", y me di la vuelta, siguiendo mi camino. Fue entonces cuando el vagabundo me voceó aquello de: "¡Señor! ¡Amigo! ¡Espere!... ¿Cómo se llama?... Es igual, no me diga su nombre si no quiere, pero me gustaría comerme esto a su lado, si es tan amable".

Nuevamente, indeciso, incrédulo y dubitativo, di unos cuantos pasos atrás, me volví, y me dirigí hacia él.

Estuve, al menos, unos quince minutos a su lado, mientras se comía lo que le llevé, donde tenía a su perrita, entre una manta y una vieja guitarra con dos o tres cuerdas.

Durante esos pocos minutos, "Rafael" y yo mantuvimos una conversación, quizá, mucho más rica y constructiva que la que podríamos tener casi todos nosotros durante horas y horas, a lo largo de nuestro día a día... Y lo digo por él, más que por mí.

Y allí se quedó Rafael, dándome las gracias, una y otra vez, con lágrimas entre los ojos, sin rogar ni pedir compromiso alguno, negándome más dilación por él, rezando por una nueva oportunidad de compartir aunque fuesen unas cuantas palabras con alguien que pasara o, quizá, sencillamente, por recibir una mínima muestra de afecto por parte de la nublada sociedad que pasa delante de él a cada segundo, pisoteándole el futuro o, mejor dicho, dejando que se lo pisoteen por no aportar un ridículo "granito de arena" cívico, moral y, ante todo "humano".

Querido Rafael: estés donde y como estés, esto va por tí...

Ahora sí, aquellas personas que quieran, pueden juzgarme por estas vacías palabras de un ciudadano más, porque, aparte, eso es lo que sucede, que a las palabras se las lleva el viento por desgracia. Así que, adelante...


Fran García 



Comentarios

Entradas populares de este blog

Conoce a Fran García

Verde en el azul

Adiós, querida Meri Sánchez.